Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana después de la gala llegó como una resaca silenciosa.
Sara despertó rodeada por una penumbra suave; las cortinas de la habitación que Scott le había asignado dejaban pasar un hilo de luz dorada. Por un instante olvidó dónde estaba. Solo cuando vio los muebles tallados, el enorme ventanal y la chaqueta de Scott sobre el sillón —la misma que él le había puesto en los hombros cuando la sintió temblar en la fiesta—, recordó todo.
La presentación. Los flashes. La orquesta. Y sobre todo, la mano de Scott sosteniéndola en la pista cuando estuvo a punto de tropezar.
El peso de ese recuerdo la obligó a sentarse despacio, como si aún pudiera sentir la presión de sus dedos en su cintura.
Suspiró. No podía permitirse pensar demasiado en ello.
Tocaron la puerta.
—Adelante —respondi&oa







