Veinte años después
“Mi nombre es Essya.
Soy hija de la princesa Luna Alessia y del Alfa Lucien, líderes de la poderosa manada Granate.
Desde niña me enseñaron que la sangre que corría por mis venas era dorada, que mi destino era brillar como las hembras de mi linaje, que cuando mi loba despertara sería poderosa, majestuosa, imposible de doblegar.
Esperé años, esperé con ansias el día de mi primer cambio. Soñaba con una loba dorada, radiante como la luz del amanecer.
Pero cuando llegó… no fue así.
Ella apareció oscura, inmensa, con una fuerza que asustaba incluso a mí, y con ojos encendidos de rojo, como brasas vivas en la noche.
Lya. Ese fue su nombre. Mi otra mitad, mi sombra, mi poder.
No era dorada. Nunca lo sería.
Toda mi vida pensé que eso me convertía en menos.
Que no sería nunca tan valiosa como mi madre, mi abuela o las reinas que nos precedieron.
Me consolaba diciéndome que en mi esposo encontraría el amor que me faltaba en mi propia piel.
Y durante un tiempo, así lo creí.
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