— ¿Qué es lo que debemos hacer para ayudarlo? — Velkan se acercó con lentitud a la mujer que tomaba el pulso del Alfa Leonard con atención — Dígame, ¡Haré lo que sea por ayudarlo!
La mujer se lo quedó mirando en busca de alguna sombra de duda.
— ¿Sería capaz de tener una mente más abierta para lo que tengo que decirle? — Ella quiso saber, no tenía caso el explicarle de estos asuntos a alguien no creyente, o al menos, a quien no tuviera la disposición de escuchar y tratar de entender.
Velkan asintió. Estaba convencido de estar preparado para hacer cualquier cosa por Leonard.
— La escucharé, y le prometo que abriré mi mente — Respondió, sin tener idea de lo que iría a presenciar.
— Tendrá que dejar caer algunos muros mentales también — Ella le advirtió.
El Beta volvió a asentir.
— Hablemos afuera — Ella le dijo, y ambos salieron al balcón desde donde se veía la verde campiña que rodeaba a toda la ciudad, tan hermosa, fresca y llena de vida, que recordaba a los cuentos de hadas que habí