El grito de Sienna resonó en el pasillo, un lamento desesperado que se aferraba a la espalda de Chris como una garra. La sala de espera, antes un remanso de angustia silenciosa, se convirtió en el escenario de una carrera desesperada. Chris, impulsado por una ira ciega, marchaba con una determinación imparable hacia el ala de recuperación donde Leo se reponía, mientras Sienna, con el pánico helándole la sangre, corría tras él, sabiendo que cada segundo la acercaba al abismo.
Sienna, con una fuerza que no sabía que poseía, se lanzó hacia Chris, agarrándolo del brazo justo cuando él giraba la esquina que llevaba a la sala de recuperación. Su aliento estaba cortado, y su voz temblaba como una hoja al viento.
— ¡Chris, por favor! ¡Detente! ¡No es lo que crees! ¡Te lo ruego! — Jadeaba, aferrándose a su brazo con una desesperación febril. Sus ojos suplicaban inundados en lágrimas.
Chris se detuvo bruscamente, su cuerpo estaba rígido con la ira aún irradiando de él. Se giró para mirarla con