El día llegó, todo estaba listo para llevar a cabo el trasplante, el aire se sentía denso en el hospital, cargado con el olor a antisépticos y una tensión palpable que se pegaba a la piel pululaba en el ambiente. Las horas previas al procedimiento habían sido un torbellino de actividad.
A Ethan lo habían llevado al quirófano, un pequeño bulto bajo una manta, tan pequeño para enfrentarse a lago así, su fragilidad más evidente que nunca. Y Leonard, estaba siendo preparado en otra sala a punto de entrar, se mostraba estoico, su determinación parecía inquebrantable, pero Sienna podía ver la ligera tensión en la línea de su mandíbula.
Y Chris, por su parte, era una sombra constante de apoyo, su presencia era un ancla en la tormenta de Sienna, pero su mirada, cada vez más aguda, comenzaba a taladrarla con una sospecha que la ponía al límite.
« ¿Sabes que tendrás que decirle a Chris sobre todo en algún momento, ¿Verdad? No puedes seguirle dando alas », Kiara le susurró en un momento en que e