2 ¿Encuentro con el pasado?

— ¿Chris? ¿Cómo supiste…? — La mirada de asombro de Sienna no tenía precio, su pecho se sintió aliviado, Evans no haría nada que pusiera en peligro el secreto de su raza frente a un humano.

— Yuly me llamó para decirme que alguien te seguía, y vine de inmediato — Clavando la mirada en la espalda del hombre que parecía acosarla.

— ¿Quién es él? — Leo casi gruñó por lo bajo mientras sus vísceras se revolvían con unos celos absurdos e incontrolables por dentro, a Randall no le estaba gustando ni un poco la interrupción.

— ¡No te importa! — Ella siseó de vuelta — Y no vuelvas a buscarme, Evans, te lo advierto, no te dejaré acercarte de nuevo a mi hijo — Le dijo por lo bajo con un destello peligrosamente atractivo en el dorado de sus ojos.

Sienna se apresuró a subir al auto montando a Ethan en la parte de atrás, y antes de que desaparecieran en la espesura nocturna, el vidrio trasero bajó lo suficiente para que una manita pequeña saliera despidiéndose del Alfa.

— ¡La dejaste ir! — Radall retumbó con gruñidos dentro de su cabeza, y una fuerte jaqueca se apoderó de él mientras veía como el hilo carmesí comenzaba a desintegrarse entre las sombras de la noche — ¡Debiste dejarme salir cuando te lo pedí!

— ¿Qué? Ni siquiera lo pediste, y aunque lo hubieras hecho no te habría dejado, ¿Estás loco Randall? ¿No ves que no estamos en nuestro territorio? Esta es una ciudad humana, ya conoces mis reglas, no dañamos humanos.

— Lo, sé, no iba a dañar a nadie — Soltó como si fuera obvio.

— Nada más ibas a espantarlos y a ponernos en el ojo público revelando el secreto de nuestra raza, ¡Qué inteligente! — Leo escupió lleno de indignación, nunca había perdido el control de su lobo de esa manera, ¿Qué carajos le estaba pasando?

— Pero lo hubiera valido, ella ahora estaría contigo, el vínculo se habría sellado — Aclarando la situación que Leonard no quería ver, y se rehusaba a admitir, ella era su mate.

Leo inspiró profundo, tal vez era cierta la observación de Randall, y claro, él se estaba haciendo el ciego con lo evidente, pero los riesgos eran muy altos, y si en verdad ella era su pareja destinada, el mismo destino los pondría de nuevo en el camino.

— No, Randall, no podemos actuar como animales…

— ¡Habla por ti! ¡Yo soy un lobo!

— Lo siento, no fue eso lo que quise decir, siento que hay algo más con ella…

— Sienna, se llama Sienna, así la llamó el humano ¡Y claro que hay algo más, no vas a hacerte el tonto conmigo! viste el hilo, ¡No me digas que no!

— Sienna… — Repitió el nombre dejándole un sabor dulce en sus labios, imaginando cómo sería tomarla entre sus brazos con cuidado.

— Guarda tus pensamientos solo para ti, ¡Que me estás provocando calentura y no hay ninguna loba cerca con la que desahogarme, Leonard!

— ¿Lo ves? A eso me refiero con no comportarnos como animales, ¡Esto es inconsciente!, no pude evitar pensar en ella de esa forma, sabes que no lo hago habitualmente, no soy así.

— Ni habitualmente, ¡Ni nunca!, por esa idea estúpida de esperar a tu mate, ¡Y entonces, cuando la hallas, no quieres tomarla!

— No estaba fácil, ella me conoce y me odia, y no sé por qué — Dijo con impotencia en su voz — Además, tiene un cachorro.

— Es lindo, y creo que le gustas — Randall de nuevo con sus claras observaciones.

— Sí, es amable el pequeño, y muy tierno, me gustaría tener un hijo como él algún día…

— Puedes ser su padre si la buscas —dijo el lobo resolviendo el problema y poniendo los ojos en blanco.

Leo sonrió ante lo básico del pensamiento de su lobo.

— Tienes mucho todavía que aprender Randall, no es tan sencillo.

En el auto, Chris continuaba con las manos crispadas sobre el volante.

— ¿Quién era ese tipo, Sienna? ¿Tienes problemas y no me has dicho nada? — La voz de Chris sonaba preocupada y protectora — Ya te he dicho que si me necesitas…

—Y yo aprecio demasiado lo que haces por mí, solo con darme empleo es más que suficiente, además, tú pagas la niñera, no podría abusar más de ti, por favor, comprende.

— No estarías abusando de nada Sienna, solo déjame ayudarte un poco, sé que estás ahogada con las deudas del hospital…

— ¿Quién te lo dijo, Yuly?

— No necesito que Yuly me lo diga, aunque a veces lo hace, Ethan está en constante tratamiento y no podrías pagarlo a no ser que…

Sienna se giró para mirarlo para ver qué teoría tenía el empresario.

— A no ser que te sacrifiques incluso con lo que comes… — Dijo con un deje de tensión en sus labios, como si le doliera en el alma — ¡Déjame ayudarte!

Sienna se giró al asiento trasero para ver dormido a su hijo y sintió libertad de hablar.

— Chris, sé lo que sientes por mí, pero debes entender que no puedo sentir lo mismo por ti, lo he intentado, ¡Juro que quisiera corresponderte porque eres un hombre maravilloso! ¡Serías el esposo perfecto, el padre perfecto!

— Y si lo sabes, ¿Por qué no me das una oportunidad? — Él preguntó anhelante con el corazón en la mano.

— Porque somos totalmente diferentes, no quiero lastimarte… ¡Te quiero y te debo demasiado como para hacerte daño!

Chris tragó grueso y respiró hondo antes de detener el auto frente al edificio de departamentos en donde vivía Sienna. Ahí estaba de nuevo eso de “te quiero como mi amigo”, ¡Maldita sea!

— No te estoy pidiendo que me ames de una vez, solo una oportunidad de darte lo que puedo, Sienna, si no puedes corresponderme al menos deja que sienta que hago algo bueno por ti…

Le dijo, tocando suavemente la mejilla de la rubia, que se debatía entre lo que necesitaba y lo que su corazón anhelaba, libertad.

Sienna bajó la mirada y abrió la puerta del auto para salir, dejando a su jefe con la mirada enamorada clavada en su espalda.

Ya en casa llevó al niño a la cama con cuidado y lo cubrió con una manta mientras acariciaba sus cabellos de oro estremecida con el parecido con su padre.

— Eres mi tesoro, Ethan ¡Te prometo que nadie podrá alejarte de mí! — Le susurró al oído con profunda convicción, mientras su corazón temblaba de miedo al pensar que Evans había regresado por su hijo para apartarlo de su lado, y entonces, del cajón de los terribles recuerdos su mente desempolvó lo que su corazón había querido olvidar con ahínco.

Vió a Miara seis años atrás, pasando un dedo sobre la superficie de una mesa y girándose para verla con desprecio.

—Esto sigue sucio, ¡Eres tan torpe! ¿Toda una vida como esclava no te enseñó a hacer bien tu trabajo? — Miara levantó su mano en el aire y la dejó caer sobre el blanco rostro de Sienna en una bofetada sonora.

La rubia cayó de bruces al suelo, llevándose la mano a la cara mientras el ardor y la comezón se esparcían por su mejilla como un leño candente.

Estaba acostumbrada a los golpes, pero era rebelde, y se levantaba estoica sin demostrar debilidad, eso era lo que más ofendía a su luna, que no podía quebrarla, llevaba años intentándolo, pero todavía no lo lograba.

Sienna se puso de pie e inspiró profundo, se dio la vuelta y Miara se enfureció más.

— ¿A dónde vas perra insignificante? — Casi ladró.

— Voy por materiales para limpiar la mesa, ¿No dices que todavía está sucia? — Le respondió la chica de diecinueve años levantando la barbilla con orgullo.

— ¡No te he dado permiso para irte de mi presencia!

—Ah, ¿No?  pero dijiste…

— ¡No seas insolente!

— ¿Qué diablos está pasando aquí? — Robert Evans, esposo de Miara entró al comedor con actitud arrolladora.

Miara señaló a Sienna con la mano temblorosa.

— ¡Esta mujer no me respeta!

— ¿Otra vez peleando con tu esclava? ¡Ya pon las reglas de mi casa bien claras para ella porque me vas a volver loco con esto!, soy un Alfa, y no puedo estar perdiendo el tiempo en problemas domésticos que mi Luna debería resolver.

Rob se giró hacia Sienna y sin ningún recato la recorrió completa con la mirada lujuriosa. La Luna se sintió humillada, la extrema belleza de una Omega esclava encendía los pantalones de su marido desde hacía tiempo sin que ella pudiera evitarlo.

Sienna bajó la mirada sintiéndose como un pedazo de carne jugoso a punto de ser devorado de un bocado.

— Y contigo ¿Qué es lo que haré? Quizás los castigos de Miara no te son suficientes, debería hacerme cargo a mi manera para ver si aceptas de una vez por todas que un hombre lobo, sin lobo, ¡No solo es más que un sirviente!

Las palabras del Alfa resonaron por dentro de las entrañas de Sienna como una amenaza, la rubia supo de inmediato que solo era cuestión de tiempo antes de que se desatara el verdadero infierno para ella.

Abajo, en el sótano de la mansión de los Evans, en el deposito de cosas olvidadas, Sienna se sentía como un objeto más, olvidada por Selene, olvidada por su familia, olvidada por todos.

Se acurrucó en el catre viejo que le servía de cama y se abrazó las rodillas volviéndose un ovillo mientras sus lágrimas inundaban su rostro desgarrado de dolor.

« Por favor diosa Selene, dame un lobo, es lo único que te pido. No quiero riquezas, no quiero una pareja destinada, no quiero nada más que mi libertad » imploró en una súplica hacia la diosa, rogando por una última oportunidad para que su lobo apareciera.

Cuando cumplió los dieciocho años esperó con ansias a que su lobo saliera, Miara estaba comiéndose las uñas durante la ceremonia porque, de ocurrir, ganaría a una potencial amenaza en contra de su puesto como esposa del Alfa, pero eso no ocurrió, Sienna no se trasformó y se condenó a ser una esclava.

Sin embargo, Sienna había escuchado decir una vez a una vieja loba que, había una posibilidad de que un lobo escondido se manifestara en el vigésimo cumpleaños, así que todavía tenía una pequeña esperanza de ser libre y se aferraba a ella con todas sus fuerzas.

— ¡Por favor, diosa, dame la libertad, dame a mi lobo! — Rogó con los ojos llenos de lágrimas y el corazón desgarrado, mientras temblaba temiendo un nuevo arrebato de sus amos.

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