Sebastián
La filtración sobre la complicidad de Victoria Belmonte con el prófugo Arturo Belmonte y su presunta implicación en la venta de acciones al rival corporativo fue un torpedo directo a la línea de flotación. Los tabloides y la prensa financiera estallaron. El "Escándalo de la Tía Traidora" desvió la atención de mi caída y la enfocó en la podredumbre del linaje Belmonte.
Mi jugada con Aitana fue simple: desestabilizar la base de Viviana. Si Victoria era considerada una traidora y sus acciones estaban contaminadas, Viviana no podía usarlas para lanzar su OPA sin que la junta directiva y los reguladores intervinieran.
Viviana, furiosa, me llamó al minuto de que los titulares salieran.
—¡Sebastián! ¡Eres un animal! ¡Acabas de destruir la reputación de tu propia tía!
—Tú lo hiciste primero, Viviana. Ella te vendió la corporación mientras se escondía por encubrir a un traidor. Yo solo estoy exponiendo la verdad. Y, por cierto, Aitana y yo hemos presentado una moción legal para anul