Erik
La verdad expuesta por Aitana y Sebastián me golpeó con la fuerza de una traición repetida. Mi exesposa, Eva Larsen, la mujer que había jurado amar hasta que la ambición la llevó a un magnate, ahora trabajaba para Viviana Castro, el enemigo jurado de Isabella Holdings. El resentimiento que sentía por Doria, que me robó mi patente, palideció ante el dolor de ser usado de nuevo, esta vez como un caballo de Troya corporativo.
—Ella me usó. Para la estabilidad que el dinero le dio, y ahora, para la venganza que el resentimiento le exige —dije, sintiendo el cinismo helado de esta familia apoderarse de mí.
—No tienes que ser un traidor, Erik —dijo Aitana, su voz firme y calmada—. Tienes la oportunidad de elegir la lealtad, algo que todos en esta corporación, en algún momento, perdimos.
Sebastián, con el hombro vendado por la cicatriz de Alexander V., se acercó. —Si aceptas el puesto de sucesor, Viviana y Eva te manipularán. Tu nombramiento será la cuña que use Doria para desestabiliza