Sebastián
La llamada de Alejandro Doria en Montecarlo fue el disparo de salida de la guerra definitiva. Mi padre biológico, el archirrival de Belmonte, me estaba chantajeando con la vida de Victoria.
Miré la confesión de Eliseo Ferrer y la prueba de ADN que Victoria me había enviado. Era innegable: yo era un Doria, el arma perfecta para mi padre.
—Tenemos que ir a Doria Technologies —dije a Aitana, guardando la prueba en mi maletín.
—Es una trampa, Sebastián. Él quiere humillarte, obligarte a aceptar su linaje y cederle Belmonte.
—Lo sé. Pero no puedo dejar que Victoria muera por las mentiras de mi madre. Además, si me niego a ir, Doria revelará la verdad de todos modos. Y si lo hace sin Victoria, él dirá que soy un Belmonte traidor. Si voy, tengo la oportunidad de controlar la narrativa.
—Bien. Vamos a jugar su juego. Pero no vamos a ir a Doria Technologies como el CEO de Belmonte. Vamos a ir como los herederos de Eliseo Ferrer.
—¿Qué quieres decir?
—Eliseo te odiaba porque eras el