Sebastián
El final del juego contra Viviana Castro y Eva Larsen consolidó la victoria de Isabella Holdings. El escándalo no hundió a la corporación; la reafirmó, probando que la transparencia y la lealtad podían prevalecer sobre el caos. Erik Halvorsen, en lugar de convertirse en el traidor, se convirtió en el custodio de la ética tecnológica, asegurando que el Procesador G9 se usara para el progreso, no para la guerra.
Habían transcurrido diez años.
Isabella Belmonte-Doria cumplía veinte años. Era una joven brillante, graduada con honores en economía y tecnología. El destino la llamaba a tomar un papel activo en la corporación que llevaba su nombre y que se había forjado con el fuego de su linaje.
Mi vida con Aitana era la definición de la estabilidad que tanto habíamos anhelado. Habíamos convertido el trauma en propósito.
—Hoy es el día, Aitana. Nuestra hija toma su lugar en el trono —dije, mirando los jardines de la mansión.
—El trono que le costó la paz a todos nuestros antepasado