El refugio de Elena era un nido de energía.
Los hechizos pulsaban en patrones casi orgánicos. Los círculos protectores reconocían el linaje, la intención… y el dolor.Kael no intentó forzar nada.Se acercó, descalzo, sin armas, con las manos abiertas.La primera barrera lo escaneó.La segunda titubeó.La tercera… lo dejó pasar.Y entonces, ella apareció en la entrada de la cabaña.Con el cabello desordenado, ojeras marcadas y la túnica arrugada… pero con los ojos más afilados que nunca.—¿Por qué estás aquí?Kael no se inmutó.—Porque no tienes que hacer esto sola, quizás pueda ayudarte, quiero hacerlo.Elena lo observó un segundo más. Luego asintió con un gesto leve.—Puedes entrar.La cabaña estaba cargada. De magia, de símbolos, de calor humano contenido.El libro antiguo flotaba en el centro, abierto en la palabra “Umbral”.Kael se acercó, lo miró en silencio.—¿Sabes lo que significa?Elena se cruzó de braz