Irina despertó con el cuerpo adolorido, se levantó y mojó su rostro, se dispuso a continuar viviendo aquella tortura junto a Andrei, al llegar a la habitación, él se encontraba recostado cómodamente sobre la cama.
—Buenos días preciosa, espero que hayas pasado una feliz y cómoda noche en el interior del baño, hubieras estado más cómoda si aceptarás tu destino de ser mi esposa, en fin el día es demasiado corto, nada podrá salir mal.
»No logras imaginar cuanto tiempo llevo esperando que llegue este momento, pero hoy finalmente mi sueño se cumplirá, vestirás de blanco y frente al altar jurarás amor eterno hacia mí —Irina resopló ante su comentario.
—No lo haré —aseguró ella mostrando certeza.
—Si lo harás, no tienes escapatoria, este será tu destino, lo quieras o no te casarás conmigo y corresponderás a mí como siempre lo he deseado —Andrei con la mirada devoró el cuerpo de Irina.
—Acaso no has escuchado que el amor debe ser correspondido y consensuado, estás errado al pensar que yo