A la mañana siguiente, él se encontraba sentado en el comedor, disfrutando un poco de un buen café, luego de pasar unas largas horas durmiendo en la habitación continua de Anya. Su olor era refrescante y agradeció que ella no hubiera cerrado la puerta del balcón la noche anterior, puesto que durmió en el sillón junto a la ventana para olerla un poco. No recordaba del todo cuando fue la última vez que pasó tanto tiempo en su manada, aun así, estaba feliz de haberla encontrado. Sonrió al verla a través de su iPad dormir en medio de la cama con mucha comodidad. Esa mujer era su todo, maldita sea.
—Buenos días, señor —Nicky entró al comedor sin anunciarse—. ¿Puedo hablar con usted un momento?
—Sabes perfectamente las reglas —él bebió un poco de café—. ¿Qué quieres?
—Nos pro