—Soy su esposo.
El silencio que siguió fue absoluto. Como si la habitación se hubiera quedado sin aire, como si todo lo que acababa de ocurrir entre ellos no tuviera sentido de pronto. Ryan sintió cómo su estómago se contraía. Su cuerpo, aún tibio por la cercanía con Julie, ahora se helaba.
Ella no dijo nada. No negó. No explicó. Solo bajó la mirada, como si no pudiera sostener el peso de la verdad.
Ryan dio un paso hacia ella intentando contener la rabia que lo arrastraba a romper todo a su paso.
—Julie… ¿es cierto? —preguntó con la voz cargada de amargura.
Sus aquellos que lo habían mirado con deseo, ternura y miedo, ahora estaban llenos de culpa. No hacía falta que respondiera. Podía ver la verdad en cada átomo de su cuerpo, en la forma en que temblaban sus manos, en la forma en que su respiración se aceleraba.
—Dime algo —insistió Campbell con mandíbula apretada y con los ojos rojos de la ira —. ¿Todo esto fue una mentira?
Julie negó con la cabeza, pero aún no hablaba.
—¡C