Alisson gritaba, pataleaba y suplicaba que no hiciera tal cosa, que el hijo que estaba esperando no era de Michael, sino suyo. Pero Christopher parecía no oírla.
«No quería hacerlo».
La tomó en sus brazos y la lanzó sobre sus hombros, para luego tirarla en el asiento trasero de su automóvil. Estaba furioso, cegado por los celos, la rabia y su ego de hombre herido. Tenía los ojos tan rojos como los del mismísimo Hades, y su pecho saltaba de furia inquebrantable.
Cuando Alisson cayó en el asiento trasero, sus caderas se lastimaron con el respaldo. Soltó un chillido ahogado mientras las lágrimas comenzaban a descender por su rostro.
—¿Cómo es posible que sea capaz de hacerme esto? ¿Cómo puede estar llevándome a abortar a sus propios hijos?
—Por favor, Chris, estás cometiendo un error del que puedes arrepentirte. Te lo suplico, no me quites a mi hijo —susurró ella, con las manos juntas.
—¡Maldita descarada! Zorra, ¿después de lo que hiciste eres capaz de pedirme esto? ¿Cómo quieres q