Los ojos de Christopher estaban fijos en la ventana que daba a la ciudad; su oficina quedaba en el piso cien y desde ahí se podía visualizar Nueva York en todo su esplendor. El cielo estaba vestido de nubes grises y pesadas y las gotas cristalinas habían comenzado a caer encima de las personas que corrían de un lado a otro intentando resguardarse. Langley llevó un vaso cristalino a sus labios para luego dejar que el amargo del whisky bajara por su garganta quemando su carne. Sus ojos grises, no se apartaron de la vista melancólica que tenía enfrente. Los rascacielos como Empire State se alzaban con majestuosidad ante su vista mientras más abajo podía visualizar a los taxis amarillos que brillaban en el pavimento húmedo. Sin duda, la vista podía darle un poco de calma a cualquiera, pero a él no. Tenía la mandíbula apretada y el agarre al vaso de cristal cada vez se volvía más intenso.
«Quiero el divorcio» Esas palabras se repetían en su mente una y otra vez. ¿Por qué tenía que molestarle? ¿Por la fortuna? No estaba seguro si era por eso, aunque así esperaba que fuera. Llevaba con Aniela meses de relación y aunque era la figura pública que utilizaba para llevar a congresos, reuniones y mostrar como un trofeo en las revistas, la verdad era que con ella el sexo era mecánico y nada pasional, a diferencia del que tenía con Alisson. Sus labios eran tan carnosos y su cuerpo tan imperfecto que causaba estragos en él. Sin embargo, sabía perfectamente que ella no era la mujer para él. —No puede dejarme, tiene que esperar que pasen los malditos tres años —Susurro, dejando caer el vaso en su escritorio. Dos golpes en la puesta sonaron, sacando a Christopher de sus pensamientos tormentosos. Quiso mandar a la m****a a quien sea que se atreviera a molestarlo, pero… el pomo de la puerta de caoba giró, y un hombre alto, con ojos marrones muy claros y cabellos castaño que caía de manera desordenado por su frente entró con una sonrisa torcida que parecía irritar a Christopher. «Ryan Campbell» Era su mejor amigo desde que tenía memoria y también su socio en algunos negocios. Aunque, a veces desearía que no fuese así. Campell era molesto, nunca se callaba y siempre le decía las verdaderas en su cara a Christopher y justo eso era algo que irritaba mucho Langley. Él no estaba acostumbrado a que las personas le dijeran que hacer y eso Ryan siempre hacía. —¿Vas a quedarte a dormir en la oficina? Ya casi son las seis de la tarde —Preguntó, tomando el vaso vacío y llenándolo de nuevo de whisky. —Alisson me encontró con Aniela follando en la oficina y me pidió el divorcio —Escupió sin más, logrando que Ryan abriera los ojos con una sorpresa fingida. —¿Y qué esperabas? ¿Que te diera un premio? ¡No seas imbécil Christopher! Llevas meses viéndole la cara a esa pobre mujer. ¡Que bueno que se va a divorciar de ti! —Dictaminó su socio con un tinte de perversidad en sus palabras. Christopher lo aniquiló con los ojos. A veces creía que en vez de su amigo era su enemigo. Resopló intentando encontrar la calma que no tenía para no partirle la cara y luego vociferó; —No lo voy a permitir, ella jamás me va a dejar —Sus palabras estaban cargadas de una urgencia que hizo que las cejas de Ryan se cerrarán de confusión—, perdería un dineral. Además, si ella hace eso tendría que pagar una multa millonaria y la pobre no tiene dónde caerse muerta —Escupió con malicia. —¡Por Dios! No necesitas ese dinero, la fortuna de tu abuelo es casi que la que tienes ahora. Además, déjala libre si no la quieres. Habemos hombres dispuestos a conquistarlas —Soltó Ryan con diversión más para molestarlo que para otra cosa. «Le gustaba su esposa aunque le costara admitirlo» —¿Habemos? ¿Te interesa Alisson, Ryan? —Le preguntó Langley, sus palabras cargadas de una rabia contenida que amenazaba con reventar las venas de su frente. —Es hermosa, con ojos expresivos y llenos de ternura. Su cuerpo es un poema andante. ¿Para qué quiero huesos si puedo comer buena carne? —Preguntó, logrando que la bilis se atascara en la garganta de Chirs enseguida. ¡Sí! Su cuerpo era un poema andante aunque eso no lo iba a decir en voz alta. ¿Él, el dueño de la mejor casa de moda del país sintiendo deseos por una mujer obesa? ¡Ni de chiste! —Cuida tus palabras Campbell, has sido mi amigo desde que tengo moría pero eso no es excusa para partirte la cara —Ryan sonrío lleno de diversión. La actitud de Langley solo aumentaba sus sospechas—, aunque claramente no me gusta Alisson, es mi esposa y no permitiré que nadie me vea la cara. Tras decir eso, tomó el saco negro que reposaba en su silla y se los colocó para luego salir de ahí con una furia que amenazaba con romper de nuevo todo a su paso. … Cuando llegó al parking, subió a su auto deportivo y comenzó a conducir a la mansión. A medida que avanzaba por las calles mojadas de la ciudad, sus nudillos se volvían blancos de la rabia gracias al apretar que tenía en el volante. Minutos después, se estacionó en el parking de la casa y con una calma que estaba muy lejos de sentir entró en ella ignorando las llamadas insistentes que sonaban en su móvil. —¿Dónde está Alisson? —Le preguntó a su madre quién lo esperaba en la living sentada con una taza de té. —Salió hace mucho y no ha vuelto. En la mañana también hizo lo mismo. ¡Esa mujer te está viendo la cara Christopher! Si no fuera por la fortuna que vas recibir te dijera que te divorciaras de ella, es una zorra —Las palabras de Nora taladrarón en la mente de Chris enseguida. Miró la hora en su reloj con el entrecejo cerrado y apretó sus puños con furia. El saco que llevaba puesto había comenzado a molestarle y sudor recorría su piel blanca sin descanso. «Está muy equivocada si cree que me verá la cara de idiota» Pensó quitándose el saco y sentándose en uno de los sillones a esperarla; Alisson Jones iba a saber quién era Christopher Langley. … Los ojos azules de Alisson se abrieron con lentitud y miraron todo a su alrededor. Se encontraba en una habitación de paredes blancas que apenas era alumbrada por una luz tenue. Estaba mojada, y el frío del aire acondicionado calaba sus huesos haciendo que sus dientes rechinaran. —¿Dónde estoy? —Se preguntó, pero el olor a alcohol y el tintineo constante de la máquina de oxígeno se lo dijo enseguida. ¿Cómo había llegado ahí? Llevó las manos a su vientre apenas se dió cuenta y enseguida preguntó con voz rota; —¿Y mi bebe? ¿Está bien mi bebe? —Su voz era desesperada y llena de una angustia dolorosa. En su frente, tenía una pequeña curita que cubría la pequeña cicatriz que se había hecho al caer y en sus brazos estaban conectados a una hidratación. —Tranquila señora Langley, su bebé está bien. Tuvo una amenaza de aborto pero por suerte llegó a tiempo y no pasó a mayores. Una mujer la encontró y la trajo aquí —Respondió la enfermera con premura. Alisson suspiró llena de alivio. Aunque su corazón estaba destruido lo menos que quería era perder a su hijo. —Muchas gracias señorita —Respondió ella enseguida, pero sus ojos se desviaron al reloj de pared que estaba enfrente y enseguida sus dedos temblaron con desespero—, ¡Tengo que irme! ¡Jamás he estado tan tarde fuera de casa y debo preparar la cena! —Exclamó con una desesperación que a la enfermera la confundió. ¿Ella era la esposa de un importante empresario y no tenía quien preparara la cena por ella? Además ella llevaba horas ahí y nadie la había ido a buscar. —Hemos llamado a su esposo y no contesta, y usted no está en su seguro, temo que si no paga la cuenta no podemos dejarla ir —Explicó la enfermera con vergüenza. Los ojos de Alisson se cristalizaron. ¿Cómo era posible que ella no estuviera asegurada por Christopher? «Nunca has sido importante para él Alisson»; se dijo internamente. —No sé preocupe señorita, yo traigo dinero para pagar mi cuenta —Dijo pensando en un par de ahorros que había guardado de su trabajo en casa de los Langley. Rebuscó en su bolso y le entregó un par de billetes que enseguida la enfermera tomó. ¿Para que enviarla a la caja si la pobre mujer estaba completamente deshecha? —Bien, pero recuerde que debe descansar señora, sus hijos están delicados y no puede agitarse o puede perderlos —Exclamó la enfermera enseguida. —¿Hijos? —preguntó Allison con confusión. —¡Por Dios santo! Lo olvidaba —La enfermera sacó un eco del bolsillo de su camisa y se lo tendió a Alisson con una sonrisa amplia—, usted tendrá trillizos señora.Aniela salió de la oficina de Christopher indignada y furiosa. A pesar de que su deseo era que Alisson los descubriera, la verdad era que no esperaba la reacción de él. ¿Acaso realmente le gustaba su esposa? No, no podía concebir eso y menos cuando la odiaba tanto. A pesar de que ella era delgada y había logrado culminar su carrera siempre le tuvo envidia a Alisson. ¡La mujer era talentosa! Aniela había visto muchos de sus diseños y sin duda era excelente en lo que hacía. Además, de que se había casado con él hombre más importante del país y eso era algo que la carcomía por dentro.Sí, era su esposa por contrato, pero eso no quitaba que era la señora Langley y ella solo la amante que utilizaban como trofeo para las revistas. Salió de Tentación intentando seguir a Alisson, pero cuando logró alcanzarla notó que la mujer se había desmayado en plena calle. Sonrío con maldad, deseando que hubiera sido algo grave y que de una vez se muriera. Sin embargo, una mujer anciana la ayudó subiendol
Los ojos azules de Alisson brillaron entre una mezcla de confusión y otra de emoción cuando escuchó las palabras de la enfermera;—Felicidades, señora Langley, está usted embarazada —Dijo la mujer con un tono ameno.Alisson no supo cómo reaccionar; tomó la prueba de embarazo y la apretó con fuerza tanto, que sus nudillos se tornaron blancos. «¿Cómo había sido posible eso?», se preguntó confundida.Si bien la vida sexual con su esposo era muy activa, ella siempre se había cuidado y era imposible que hubiera podido descuidar su protección cuando desde un inicio Christopher le dijo que no quería hijos. «Debía ser un error»—¿Está segura señorita? —Preguntó con voz temblorosa y la mujer enfrente de ella asintió con la cabeza antes de reiterar;—Sí, la prueba fue repetida tres veces para confirmación, ¿quiere que se le vuelva a realizar? —Preguntó la mujer con amabilidad y Alisson negó apretando con fuerza el inferior de sus labios.Sin duda, era una mujer muy hermosa; con atractivos exu
Un porno en vivo fue lo que presenciaron los ojos de Alisson cuando la puerta se abrió. Una mujer cabalgaba la polla de su esposo con tanta fuerza y agite que Alisson se quedó pasmada sin saber cómo reaccionar. Sus tetas rebotaban en la cara de Christopher mientras él la sostenía por las caderas: fuerte, posesivo, y los gemidos y gruñidos masculinos taladrarón los oídos de la pelirroja aumentando el dolor que comenzaba a crecer en su pecho.Parpadeó varias veces, incrédula por la imagen de la mujer que estaba follando con su marido; era Aniela, su mejor amiga y a quien consideraba como su hermana. Algo amargo subió por su estómago, mientras los ojos se le llenaban de agua. Sostuvo la prueba de embarazo entre sus dedos y con una voz quebrada preguntó:—¿Christopher qué es esto? Langley no se apresuró en parar lo que estaba haciendo, con una calma que parecía planeada bajó la mujer de su regazo y miró en dirección a su esposa con ojos llenos de rencor y tal vez fastidio: —¿Qué haces a