POV : Carolina Langford
Nunca imaginé que el amor pudiera sentirse así. Tan real. Tan puro.
Tenía a mi hijo en brazos, tan pequeño, tan mío… y a Diana a mi lado, con esa sonrisa que iluminaba cualquier rincón, incluso aquellos donde el dolor se había instalado hacía tiempo. La observaba acariciar la cabecita de su hermanito con una ternura que me desbordaba el corazón. Verla así, emocionada, siendo la hermana mayor que siempre soñé que fuera… era más de lo que jamás creí merecer.
Y entonces estaba él. Axel.
Sentado junto a mí. Cargando a nuestro hijo con una delicadeza que me rompía y me curaba al mismo tiempo. Tenía los ojos brillosos, como si contuviera algo más grande que las palabras. Como si también se permitiera, por fin, sentir.
En ese momento todo parecía perfecto. Casi irreal. Como si la vida me estuviera dando una tregua. Como si pudiera detener el tiempo y quedarme ahí para siempre.
Pero no soy tonta. No puedo permitirme olvidar quién soy. O mejor dicho… quién fui.
Porque