Cap. 99: El amor no tiene edad.
Cap. 17: A veces es bueno dejarse sorprender.
La habitación del motel parecía aún más pequeña mientras la lluvia golpeaba con fuerza las ventanas. El aire estaba impregnado de una electricidad que ni siquiera el sonido constante del aguacero podía disipar. La cama crujió ligeramente bajo el peso de Alexander mientras Verónica lo empujaba suavemente hacia atrás, quedando sobre él. Sus movimientos eran precisos, seguros, como si cada acción estuviera perfectamente calculada.
Alexander deslizó sus manos por su cintura, explorando la curva de su cuerpo mientras ella desabrochaba su cinturón con la misma determinación que lo caracterizaba en todo lo que hacía. Cuando la hebilla finalmente cedió, sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una intensidad que no dejaba espacio para la duda. Era un beso ardiente, demandante, pero también una declaración: ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse.
Verónica se apartó solo lo suficiente para deslizarle los pantalones, y Alexander apro