Mía miro atrás mientras corría a la villa, estaba sola, lo sabía, lo que no podía saber, era lo que el destino le tenía preparado, entonces, solo vio cómo sus hijos desaparecían en la espesura del bosque, rezando de que llegara con bien al templo, sabía que era la única forma de protegerlos, ya que su vestido rojo era demasiado llamativo y la hacía un blanco fácil para los atacantes y aun así sintió un nudo en la garganta al pensar en el sacrificio que estaba haciendo, pero sabía que era necesario para salvar a sus hijos.Con manos temblorosas, Mía activó la alarma de advertencia que resonaría en toda la tierra del Tigre Blanco, alertando a la familia y a los demás guardias de la invasión, si es que las detonaciones no lo habían hecho ya.Ahora el sonido estridente llenó el aire, no era un alarma en su residencia, eran todas las alarmas en las villas de los Zhao, un sonido que dejaba en claro que los tigres saldrían a cazar y que sus hijos e hijas, debían buscar resguardo, algunas de
Manolo llevaba siete años en las tierras del tigre blanco, siente años en los cuales había reparado en las diferencias que había de su cultura a la que manejaban esos orientales, y no había tardado mucho en comprender que no porque fuese costumbre, o que se le inculcara desde pequeño algo, él debía solo obedecer, fueron siete años, en los que trato de perdonarse, y en los cuales no logro hacerlo, aquel día, sus pasos tranquilos, producto no solo de los años, también de la belleza que lo rodeaba, lo había llevado a la villa de su hija, la mas pequeña, la que se suponía debía cuidar de él y Sara, sin embargo, en su lugar un grupo de manitas los atendía, no tenia que quejarse de nada, solo… que extrañaba a sus hijos, Alan fue el primero en desposarse, con la manita llamada Norrban, no tenia nada de que quejarse de su nuera, era un encanto de mujer, y su hijo la trataba, como él debió de tratar a Sara, como una reina. La segunda en dejar el hogar fue Candela, no era que la joven pretendía
Manolo había demostrado tener honor, Manolo había dejado el mundo, salvando a su hija, redimiéndose de aquello que no pudo hacer, y Takashi… Takashi no se olvidó que él era el carnicero del clan, al ver a su esposa con el rostro sucio en lodo y lágrimas, con la mirada perdida, estando de rodillas, con la cabeza de su padre en su regazo, acariciaba la melena de un muerto, de un ser que ella queria, y la furia de Takashi desbordo, quienes lo vieron en ese momento, compararon su hazaña, con la de la joya maldita, esa mujer del occidente que una vez llego a las tierras de los Zhao para dejar a Huang al cuidado de su padre, pero al verlo morir, no solo le entrego el pequeño Huang a Jade, sino que antes de irse sin ver atrás, dejó en claro la razón de su apodo, ahora, su nieto biológico, demostraba que había cosas que se llevaban en la genética, porque el mas alto de los quintillizos, se movía como un alma maldita, su destreza, en cada salto, era algo que te aturdía al ver, mas por la altura
Según algunas creencias, el nombre de una persona puede influir en su personalidad, destino y experiencias de vida. Se cree que el nombre puede transmitir una "carga energética" o una "vibración" que puede afectar la vida de la persona. Esto puede estar relacionado con la idea de que los nombres pueden evocar ciertas emociones, recuerdos o asociaciones en las personas. Park sabia que llevaba el mismo nombre que su bisabuelo biológico, pero de él solo se sabía lo que estaba escrito en los viejos pergaminos, sin embargo, el pequeño siempre mostro cierta debilidad, cuando alguien trataba de menos a otra persona, mas cuando se sacaba a relucir su linaje, el las tierras de los Zhao se murmuraba que aquello se debía a que el primer Park Zhao fue un hijo ilegitimo, solo la trampa con la que Sakura atrapo al viejo Shun, y por lo que siempre fue señalado en el clan, sin embargo, para el joven Park, su forma de ser solo se debía a defender a su hermana, que al ser de piel diferente, al igual qu
Almendra siempre supo que no era hija biológica de Takashi y Mia, la diferencia entre ellos era muy notoria, y si de niña creyó lo que su madre le decía, que ella era un regalo de los espíritus del bosque, de grande el saber que solo fue producto de un accidente, la molesto, aunque pronto se le olvido, y es que la vida de Almendra era maravillosa, consentida por su padre y hermanos, la princesa de su madre, no tenía nada que envidiar, salvo la destreza en las luchas, ese siempre fue su punto débil, simplemente no era buena para la lucha, ni manejo de espada, por los dioses, ni siquiera tenía buena puntería.— Ya deja de intentarlo, no eres una Zhao, nunca lo serás, solo te estas lastimando. — Sebastián, ese idiota que siempre la rondaba como una mosca pesada que no se podía quitar de encima.— Mejor vete, no sea que mi Dao resbale y termine en tu cabeza, no creo que a mis tíos les guste que mate sin querer a su consentido Sebastián. — rebatió con acidez, pero antes de dar dos pasos,
Los años habían pasado, y ahora en la cabeza de la gran mesa, el que dirigía el clan, era Zhao Bao, para nadie fue una sorpresa que él fuera el elegido para dirigir la mafia oriental, siempre fue una persona sensata, que observaba y escuchaba antes de tomar una decisión, sin embargo, una vez que daba su orden, nada lo hacía dar marcha atrás, era un tigre firme, un líder innato, pero aun así… había cierta nostalgia en su mirada, día tras día, veía el amor a su alrededor, en especial el de sus padres, como se miraban, como se ayudaban, era como si fueran una sola persona y aun así, eran tan distintos, uno tan alto como un árbol, la otra tan pequeña como un duende, Takashi tan letal como un tigre a pesar de su edad, y Mia tan dulce y tierna como un conejito, y aun así… ellos fluían, él queria eso, encontrar esa mujer que lo cautivara con solo una mirada, una mujer que sea cálida y sincera, sin segundas intenciones, que brindara ayuda, solo por desearlo, sin esperar nada a cambio, sentía q
Sus ojos verdes la observaban con detenimiento, como quien compra un automóvil y quiere cerciorarse que valga lo que se pagara por él; el estómago de Mia se retorcía y su vista cayó al piso lustrado, cualquier lugar era mejor que verlo a él. No queria estar allí, aunque sus hermanas estaban felices de ser las afortunadas de desfilar para ese hombre.— Si. Es ella la que quiero. — aseguro parado frente a ella, que solo podía ver sus zapatos lustrados. — Esas piernas y ese pecho, no lo olvidaría ni en mil años.Asqueroso, depravado, ¿quién le dio el derecho de verla de esa forma? o si, sus costumbres, sus ancestros, esos que vestían a las jóvenes de forma provocadora, pero claro que no decían que era para seducir, claro que no, se le llamaba cazar a un buen esposo, debería estar resignada, incluso no debería sentirse mal, sus hermanas no lo estaban, al menos antes de que él la escogiera a ella, ahora la veían con envidia; pero Mia era distinta, desde niña, siempre cuestionando todo y es
La familia de Takashi era peculiar, asesinos, sicarios, empresarios, mafiosos, tenías para escoger lo que más te gustara y así como sus oficios eran variados, sus integrantes no podían ser menos, casi la mitad de la familia estaba compuesta por personas que no eran familia, si, así era, su árbol genealógico era una locura, pero sin hondar mucho en ello, y si nos centramos en la familia directa de Takashi Zhao… era igual de complicado, si bien todos eran mafiosos, no tenía un núcleo normal, por decirlo de alguna manera, ya que ellos tenían dos padres, padre Renzo y papá Huang, si, sus padres eran gay y habían acudido a un vientre de alquiler, donde en teoría debían concebir solo un hijo de cada uno, pero resultaron siendo ocho, si, ocho hijos, tres de Renzo y cinco de Huang.— Hola papá. — el mayor que ya ostentaba algunas canas, pero aun con la vista más aguda que cualquier otra persona, le dedico una pequeña sonrisa cuando volteo a verlo. — ¿Cómo estás? — pregunta estúpida se dijo Ta