Almendra siempre supo que no era hija biológica de Takashi y Mia, la diferencia entre ellos era muy notoria, y si de niña creyó lo que su madre le decía, que ella era un regalo de los espíritus del bosque, de grande el saber que solo fue producto de un accidente, la molesto, aunque pronto se le olvido, y es que la vida de Almendra era maravillosa, consentida por su padre y hermanos, la princesa de su madre, no tenía nada que envidiar, salvo la destreza en las luchas, ese siempre fue su punto débil, simplemente no era buena para la lucha, ni manejo de espada, por los dioses, ni siquiera tenía buena puntería.
— Ya deja de intentarlo, no eres una Zhao, nunca lo serás, solo te estas lastimando. — Sebastián, ese idiota que siempre la rondaba como una mosca pesada que no se podía quitar de encima.
— Mejor vete, no sea que mi Dao resbale y termine en tu cabeza, no creo que a mis tíos les guste que mate sin querer a su consentido Sebastián. — rebatió con acidez, pero antes de dar dos pasos,