Isabella Romano
Abro mis ojos lentamente y miro a mi alrededor, mientras trataba de adaptarme a mi entorno. Froto mis ojos con pereza y me incorporo en la cama.
Los recuerdos de anoche me golpearon de inmediato, la humillación de mi padre y la indiferencia de mi madre hacia mi. La manera en que ambos pensaban que yo no era la hija que deseaban tener. Su hija perfecta era Giulia, no yo.
Anoche luego de llegar al penthouse, me había encerrado en la habitación y lloré hasta dormirme, porque el dolor que sentía hacia mi familia era demasiado grande.
Miro a la mesa de noche, donde reposaba una bandeja con comida. Café con leche, fruta picada y pan tostado. Había una nota perfectamente doblada. La alcanzó y la leo cuidadosamente.
El apellido Romano ya no te define. Aprende a usar el tuyo. —S
Sonrió de lado mientras volvía mi vista hacía el desayuno, para después volver a leer la nota.
—Eres un verdadero enigma, Salvatore—susurro mientras tomaba la taza de café.
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Salvatore Mancin