Capítulo 3

No pude escuchar correctamente lo que ella había dicho, porque mi loba estaba ocupando todos mis sentidos a través de nuestro enlace mental. Que la mantenía a ella consciente y atenta de su entorno aún cuando no estaba afuera, como yo cuando ella tomaba el contro.

—Cierra la boca un segundo —le dije a través del enlace.

—¿Perdón? —le cuestioné suavemente a la mujer de piel clara y cabello negro, que me observaba de forma perspicaz con esos enormes ojos verdes.

El simple hecho de recordar que era una bruja me hizo pararme más erguida del otro lado de la habitación. Mientras que ella estaba cómodamente sentada en la cabecera de la mesa.

—Hace medio siglo me encontré con una como tú —me dejó saber.

Y si eso había pasado hace medio siglo y ella seguía viéndose como de treinta, me pregunté cuánto tiempo había ella realmente vivido.

No dije nada, solo me quedé observándola con atención.

—No suelo usar la magia negra a menos que sean casos estrictamente necesarios. Pero con lo que simplemente no negoceo, es con usar vidas humanas para los sacrificios, mucho menos licántropos. Así que estás a salvo conmigo.

Más silencio de mi parte.

—¿Haz usado algunas de tus habilidades?

Esta vez si me permití negarlo.

Pero de todas maneras la conversación me estaba pareciendo molesta e innecesaria en esos momentos. Porque por un breve y efímero momento, casi me volvía loca por un aroma sutil que aparentemente salió desde la ropa de Madam Merrie.

Pero lo que si sabía era que, el dueño de aquel olor se encontraría en aquella manada y la mujer que estaba a cargo de mi cuidado había tenido de alguna forma contacto con mi alma gemela.

Mi estómago se revolvió y quise preguntarle con quien había estado, pero eso sería demasiado raro para comenzar una conversación.

—No sé de qué habilidades habla —dije de forma sincera.

—Los que son como tú son perseguidos por una razón. Son descendientes de la diosa Luna, de una forma u otra. Y todos son agraciados con habilidades y dones que solo ellos poseen entre nuestra raza. Y los que no los tienen los usan a ustedes para absorber esas habilidades a través de la magia negra.

—¿Y debo creer en que usted no hará algo así? El día de ayer me enseñó muchas cosas y la primera fue a no creer todo lo que me dicen.

—Bueno, tendrás que creerlo y poco a poco lo irás viendo.

Nuestra conversación terminó cuando las demás chicas comenzaron a bajar. Por primera vez les presté atención y ellas a mi, de una manera muy singular.

Siendo honesta nunca había salido de mi manada. Nunca me había aventurado al exterior y las personas de mi manada estaban realmente acostumbradas a cómo era y a quien era.

Pero aquí delante de todas estas mujeres me di cuenta de que en su mundo, fuera del mío, aparentemente era realmente peculiar. Y vivir esto por experiencia y no por los cuentos de mi mamá, era simplemente aterrador.

—Tomen asiento —indicó Madam Merrie.

Cada una de nosotras se sentó en la mesa y yo opté por tomar la cabecera del otro lado de la mesa, frente a Mandam Merrie.

Emma acomodó su chaqueta negra con un movimiento grácil y el olor que estaba impregnado en ella volvió a hacer revolcar a mi loba. La palabra mate era más fuerte ahora.

—La trata de licántropos es un mal que no hemos podido detener. Ahora mismo están en la manada del Rey Alfa y esta es una problemática que él ha estado tratando de resolver. Lamentablemente esto es algo con raíces muy profundas y no hemos podido hacerlo. Pero eso no quiere decir que hayamos dejado al abandono a las victimas de tan atroz crimen. Por eso todas ustedes han sido compradas por el mismo postor. Una opción que estaremos usando hasta acabar con esto.

—¿Podemos volver con nuestras familias? —cuestionó una morocha de poco tamaño.

—No por el momento. Si regresan, sus captores se enterarán y descubrirán que las hemos estado devolviendo y esa reputación no es algo que ellos quisieran tener. Pero por el momento aquí en esta manada estarán a salvo hasta que el problema sea resuelto y puedan volver con sus familias.

Yo me revolví nuevamente en mi lugar y quise gritar de la frustración. Ese olor era adictivo, como una droga que necesitara con toda mi vida.

—Antes de que llegaran estuve reunida con el Alfa —nos dejó saber y eso hizo que los latidos de mi corazón casi se detuvieran. Me puse fría y pálida.

—Estuvimos hablando de sus funciones a desempeñar aquí en la manada. Cada una tiene la oportunidad de elegir él área en la que se quieran desarrollar y sea cual sea las guiaremos paso a paso. Mañana será su entrada a la manada oficialmente. Pero una última cosa es que siempre hay un ritual.

El sonido de las sillas crujiendo ante los movimientos nerviosos de todas me hicieron sentir menos fuera de lugar ante su última confesión.

Ella había estado con el Rey Alfa y aunque las posibilidades eran mínimas. Ese aroma podía pertenecer a él, a mi mate.

—¿Un ritual? —me atreví a cuestionar.

—Para ver si alguna de ustedes puede encontrar a su mate o pareja destinada. Ninguna será obligada al casamiento ni nada por el estilo y si ninguna tiene a su alma gemela podrán hacer sus vidas de forma normal. Pero si alguna de ustedes encuentra a sus mates aquí… bueno, será algo increíble ¿no?

Muchos rostros tristes comenzaron a tener su brillo ante esas palabras.

Pero yo simplemente no podía concebir algo así. No después de todo lo que había pasado. No después de como mi prometido me había tratado. No podía confiar en nadie y entregarme de esa forma a un hombre otra vez, sería muy difícil ya que mi corazón estaba roto y cerrado.

—Solo quiero que sepan que nuestro propósito es que puedan vivir una vida plena después de lo que estuvo a punto de pasarles. El trauma de ser alejadas de sus familias y manadas. Pero les prometo que en cuanto se arregle la situación, podrán volver a contactarse con ellos.

Pero en mi caso eso no importaba, porque no me quedaba nadie del otro lado. No quedaba nada de mi familia ni de lo que había conocido como felicidad.

—Cuando terminemos de comer, las llevaré a la manada para que conozcan el lugar. Vivirán conmigo aquí a las afueras hasta que puedan integrarse a nuestra manada. No hay prisa para ninguna, pero mientras más rápido se ocupen más fácil será introducirlas. Y al final del recorrido las llevaré a presentar sus respetos y agradecimientos al Alfa. De no ser por él ninguna estaría aquí a salvo.

Y esas palabras hicieron todo lo contrario a lo que deberían. Muchas parecieron aliviadas y otras algo contentas.

A mi se me secó la boca y los nervios y el miedo sacaron sus feas garras y se asomaron. Sin embargo, mi loba nunca había estado tan contenta.

Pero si el rey alfa era mi mate, debía hacer todo lo que estuviera en mis manos para que él no se enterara.

Porque no estaba lista, porque mi corazón estaba roto y nunca volvería a caer en esa trampa del amor.

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