Alfa Ava
El despertar fue cruel.
Abrí los ojos en la habitación semi-oscura, las cortinas cerradas dejando pasar apenas un hilo de luz pálida. Me quedé allí, acostada, sintiendo el latido sordo bajo mi pecho, la respiración irregular. Mi mano se deslizó instintivamente sobre mi vientre, aún plano… pero no por mucho tiempo.
Cuatro meses.
Los embarazos de los licántropos duraban apenas cuatro meses.
El pensamiento me golpeó como un puño en el estómago.
Un sollozo se deslizó por mi garganta, uno que no pude contener. Las lágrimas se arremolinaron en mis ojos, cayendo calientes por mis mejillas. Me encogí, abrazando las rodillas, deseando encogerme hasta desaparecer.
¿Por qué?
¿Por qué a mí?
¿Por qué esos niños que ni siquiera pedí, que apenas entiendo, que seguramente no significan nada para el hombre que los engendró?
Cael.
Su nombre era como un filo dentro de mí.
El mismo hombre que apenas horas después de entregarme a él marcó su lealtad a otra, me humilló frente a todos, y me dejó c