La noche había sido tortuosa para Abigail, por más que quisiera sacarse los besos de Rafael de su cabeza, le era imposible.
Por más que quisiera olvidarlo, ¿Cómo podría sacar de su cabeza y su corazón el único hombre que la hacía sentir de esa manera?
Ella rebuznó antes de salir de su casa, por más que quisiera evitar ir a la oficina y verlo… no tenía otra opción.
Al llegar fue hasta la oficina de presidencia, tal vez esperando verlo ahí, sin embargo, él no estaba allí.
Abigail suspiró aliviada, al menos no iba a encontrarlo por el momento, y eso de algún modo le hacía sentir bien.
Las horas lejos de él, los minutos cerca… el tiempo en el que permanecía en su cabeza la destrozaba, la torturaba lentamente de forma inevitable.
Se sentó y observó la cantidad de trabajo que había. Es como si nunca en la vida hubiese trabajado y ahora tú verás que recompensar todas esas horas.
—Tengo que hoy terminar temprano, terminaré pronto. No pienso quedarme más horas aquí, mi tiempo solo será