Luego de escuchar esa amable voz que venía por mí me deje caer sin tregua en la profunda nebulosa de la inconsciencia. Mis ojos se cerraron sin más, agotada y herida de todas las formas en que un ser humano puede estarlo... Desde el plano físico hasta el espiritual lo mejor que se me ocurrió fue dejarme ir.
Tuve sueños apacibles, bellos y reconfortantes que me ayudaron a sentirme mejor. En esa imagen mental tenía una familia: Alexander aún me amaba, pasábamos nuestra vida juntos y eso me permitía cuidar de mi pequeña Alyla. Nos vi en muchos lugares, recorriendo juntos el mundo, conociendo nuevos lugares y viviendo experiencias maravillosas. En parajes majestuosos o bajo la simpleza del calor de un hogar primado por el afecto.
Cuando desperté mis ojos estaban cubiertos por una fina película húmeda, pestañee y las lágrimas se derramaron por si solas. Me sentía pesada, con el pecho aún oprimido por tanto malestar que había pasado recientemente.
Miré el lugar en el que me encontraba: un