Los gritos se extendieron por toda la casa mientras Alexander me arrastraba hacía la salida. Me resistí lo más que pude, mientras comenzaba a llorar sin poder evitarlo, la desesperación que sentía en esos momentos era inconmensurabl, lágrimas corrían a raudales por mis ojos. Me sentía miserable, nunca había sido humillada de una manera tan cruel en toda mi vida. Las mujeres que estaban allí para el servicio doméstico intentaron intervenir para ayudarme pero mi ex-esposo las paró en seco amenazandolas con que si hacían algo serían despedidas de inmediato. Así que nada más lo siguieron pálidas por el susto mientras me tironeaba por los extensos pasillos de la mansión.
Comencé a gritar, a revolcarme como un animal, a patalear y pelear con todas mis fuerzas. Si antes me hubiera ido con gusto ahora las cosas habían cambiado pues tenía una hija y me debía a ella, no podía abandonarla cuando acababa de recuperarla. La conexión que tuvimos mientras estuve en coma aunque fue sumamente podero