LXXI

No hubo vergüenza ni respeto por partes de Alexander, apenas nos divorciamos comenzó a planear su boda con Tamyria. Lo peor es que en su sinvergüenza acto me preguntaban algunos detalles referentes, respondía con calma, como si un vórtice de insensibilidad se hubiera adueñado de mí. Ellos parecían sumamente felices, supuse que después de todos los años que pasé en coma a él ya no le quedaban lágrimas para llorarme ni para sufrir el duelo de nuestra ruptura. A mí si me dolía pero estaba guardado en lo más profundo de mi ser, no quería que nadie se enterará si tenía la oportunidad lo lloraría algún día cuando ninguna persona con la potestad de humillarme estuviera viéndome.

Mi hija estaba muy triste, se había negado rotundamente a llevar los anillos. Zett también había dicho que no pero fue forzado por su madre a aceptar. Alyla se molestó con él y lo estuvo ignorando durante días pero termino por pasársele la furia, el chico era prácticamente su hermano y mejor amigo le costaba mucho de
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