«Maldita sea» pensé desesperada, lo cierto es que cuando descubrí lo de Alexander y Tamyria me volví loca, sumida en los vicios: alcohol y drogas todos los días, estaba fuera de mí... Había llegado a un trato con unos tipos cuando mi esposo dejó de darme dinero porque descubrió en que lo utilizaba. Me sentí perdida en el mundo, sola, sin nadie a quien acudir sabía que de haber estado vivo mi padre me hubiera salvado pero ahora tendría resolverlo por mis propios medios o afrontar las consecuencias.
«De todos modos ya voy a morir, si me asesinan solo acelerarán el proceso—pensé—aunque no puedo negar que le tengo muchísimo miedo al dolor», no quería tener que acudir a Alexander en esos momentos aunque parecía la única opción, sin embargo me daba pena solicitarle ayuda después de lo que había pasado. Aún así no quería que lastimaran a alguien más de la familia, la pequeña Emily mi media hermana menor, incluso la chiflada de mi madre o la perversa Tamyria... No me perdonaría qué les hic