VIII

No pude evitar reírme como loca, «¿embarazada?, como se le ocurría a esa mujer» a este punto no dudaba que mi madre estaba loca de atar, parecía incapaz de pensar con coherencia.

—Que estupidez—contesté sin dudarlo.

—¿Si?, ¿te harías una prueba de embarazo para demostrarlo?

—Claro–respondí tranquila—la última vez que pude estar embarazada fue cuando acabábamos de casarnos y cogíamos todos los días, ahora solo por obra y gracia del espíritu santo.

Fuimos a hacer la prueba, sentía pena por Alexander siendo atormentado todos los días por las locuras de esa mujer, tal vez ya era hora de que pagará el karma de lo que había hecho aunque sentía que igual yo era tan malévola a veces que ya habría pagado una buena parte, ya le correspondía su pedacito de cielo. Le entregué las tres paletillas con resultado negativo porque el hombre es su desconfianza necesitaba asegurarse de que yo decía la verdad.

—Podemos hacer la de sangre si te hace sentir mejor.

—No, no... Perdón por hacerte pas
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