Capítulo 11

—¿Cómo puedes estar tan segura? —arremetió mientras se acercaba a ella. Arrinconándola contra la pared, haciendo que ella se asustara.

—Como su esposa, mi lealtad hacia Publius Caesar es un vínculo eterno e inquebrantable y en mi corazón arde la promesa de apoyarlo en cada batalla, no solo como su esposa, sino como su fiel seguidora —dictó con férrea determinación. Sin temer que él pudiese estrangularla debido a la ira—. Ahora, su señoría debería suplicar por que el emperador se recupere. No es un buen momento para que ambicione el trono, no deje entre ver su verdadero deseo… Será el único consejo que le daré de todo corazón.

Luego de decir aquello, Irene se zafó como pudo y caminó rápidamente de regreso mientras todavía temblaba. Respiraba agitada, pero a la vez con la certeza de que había tramado a Lucius.

Irene entró de nuevo en la habitación del rey.

El aire en la habitación del rey era pesado y cargado de tensión, impregnado con el olor a incienso y enfermedad. Irene, con paso de
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