Frodo. 5
Entre los arbustos, detrás de las mesas del patio, algo brilló, no era un destello cualquiera, sino un par de ojos amarillos que la observaban, fijos, inmóviles, como dos carbones encendidos en la penumbra, su respiración se detuvo por un segundo, pero antes de que pudiera reaccionar, un grito la devolvió bruscamente al presente.
— ¡Hey, maldito pajarraco! — gritó Thomas con desesperación.
Aileen parpadeó y volvió la mirada hacia la mesa, el cuervo había aprovechado un descuido para inclinarse sobre la bandeja de Thomas y robar un pedazo de piña, lo sostenía orgulloso en su pico mientras inflaba el pecho como si celebrara su victoria, Chloe lo señaló indignada, arqueando las cejas.
— ¡Oye, eso no es tuyo! — lo regañó como si fuera un niño travieso.
El cuervo ladeó la cabeza con total descaro, la miró directamente y soltó un graznido burlón.
— ¡No me ignores! — insistió Chloe, extendiendo la mano para intentar recuperar la fruta.
El ave, rápida como una flecha, se inclinó y le dio un p