Marina
Lloré casi todo el camino de vuelta al hotel, no podía contener las lágrimas y sollozos que salían de mi boca. Creo que habían sido muchas emociones juntas esta noche, por un lado la humillación a la que fui sometida por los padres de Carlos. ¿Cuánto conoces a una persona? Yo creo que jamás me conocieron bien del todo, ni tampoco se molestaron mucho en ello. La prueba la tenemos en que su hijo cambia de novia de repente y nadie pregunta nada, ni me llamaron o se preocuparon por mí. El saberme no querida por esas personas me lastima y me fastidia que así sea, porque en realidad lo que mas me duele es haberme equivocado. Me sigo culpando por todo, es mi culpa hacerme ilusiones con la gente y ver solo el lado bueno de las cosas. Me dejé engañar por las personas que más quería y eso es lo que menos me perdono a mí misma, ahora me doy cuenta. Me doy cuenta de que he dejado que me lastimaran en lo más profundo de mi ser y eso me llena de pena y pesar.
—Señorita— el taxista me sacó de