La noche había caído sobre Caracas, envolviendo la ciudad en un manto de sombras y luces parpadeantes. Dentro de la oficina de Laura, la tensión era palpable.
La luz de su pantalla iluminaba su rostro concentrado mientras revisaba los correos y mensajes que había recibido en las últimas horas. La carta y el mensaje en su celular no dejaban de rondar en su mente, alimentando una sensación de inquietud que no podía ignorar.
Había decidido no dormir en esa noche. La incertidumbre le había robado el descanso y sentía que debía actuar antes de que las cosas se salieran de control.
La presencia de Marta y la sensación de que no estaba sola en esta lucha le daban una pequeña dosis de fuerza, pero también aumentaban la gravedad de la situación. Algo oscuro se había instalado en Los Laureles, y ella necesitaba descubrir qué era exactamente.
De repente, su teléfono vibró de nuevo. Miró la pantalla, y su corazón dio un brinco al ver un número desconocido. Sin pensarlo mucho, deslizó el dedo y a