Era un día más en Los Laureles. La rutina en la empresa transcurría con normalidad, con empleados atendiendo sus tareas, llamadas, reuniones y el movimiento habitual que caracterizaba a la compañía.
El sonido de los teléfonos, el murmullo de las conversaciones y el tecleo constante de las computadoras componían la sinfonía cotidiana de la oficina. Cada empleado, inmerso en sus responsabilidades, tejía la rutina que mantenía a Los Laureles funcionando con precisión.
Laura caminó por el pasillo con una carpeta en mano, revisando los últimos detalles de un informe antes de su próxima reunión. Desde su oficina, Alex observaba el ir y venir de sus colegas, preguntándose cómo un lugar tan lleno de actividad podía, a la vez, sentirse monótono.
Todo parecía seguir su curso habitual, hasta que un mensaje inesperado apareció en la pantalla de Laura. Un correo con el asunto: "Cambio inesperado en la planificación". Su ceño se frunció. Algo dentro de ella le decía que esa jornada, pese a parecer