La mañana amaneció con una mezcla de emoción y nostalgia. Sofía Kim había empacado cuidadosamente sus pertenencias en una maleta grande, asegurándose de llevar consigo los recuerdos más preciados de su hogar. Laura, su hermana, la acompañaba en cada paso, ayudándola a organizar los últimos detalles antes de su partida.
El viaje hacia el aeropuerto fue silencioso al principio, ambas sumergidas en sus propios pensamientos. Laura miraba por la ventana, luchando contra la tristeza de ver partir a su hermana, mientras Sofía repasaba mentalmente cada decisión que la había llevado hasta ese momento. Nueva York era el destino, un nuevo comienzo, pero también el fin de una etapa.
Al llegar al aeropuerto, el bullicio de viajeros apresurados, las voces entremezcladas en distintos idiomas y el sonido de las maletas rodando sobre el piso de mármol creaban un ambiente vertiginoso. Sin embargo, para ellas, todo se reducía a un instante único: la despedida.
Se detuvieron cerca de la zona de embarque,