—¿Soy aburrido? —Expresa un poco ofendido y la hace reír.
—No, simplemente tuve un día cansado, tengo sueño. —Le da media sonrisa.
—Pero son las ocho. —Mira la hora en su celular—. No pareces la embarazada fiestera que conocí en la barra hace unos minutos —se burla.
—No es eso, si me gustan las fiestas, pero parece que hoy no es un día de esos. —Vuelve a bostezar.
—Está bien, si quieres te llevo a tu casa para que descanses. —Ella se niega.
—No quisiera molestarte, además, no tengo ánimos de llegar a casa hoy. —Observa sus manos avergonzadas.
—No habría por qué molestarme, eres tan bella que haría lo que tú desees. —Toma una de sus manos y las besa—. ¿Quieres ir a mi casa? —Ella lo mira indecisa.
—Tal vez, ¿Queda muy lejos? —No confiaba mucho, pero sentía que no tenía de otra.
—Bueno, tal vez ya no sea el dueño, pero vivo arriba de la disco, un departamento, si tenemos un negocio como estos, es mejor cuidarlos desde muy cerca. —Ella asiente comprendiendo.
—De acuerdo, dormiré un rato y