Joder, eso me hace quedar mal, pero estoy seguro que saben nuestra situación por nuestros hijos y no por Sam.
—Entiendo.
Emily mira detrás de mí, extrañada.
—Gabriel, pequeño —lo llama.
—¡Abuela! —lo escucho correr hasta ella y la abraza, ella lo carga y veo como la ensucia.
¿Cómo se me había olvidado de su existencia por unos minutos? No debo olvidar que él es inquieto.
—Gabriel, ¿Por qué estas sucio? De nuevo —le llamo la atención.
—Estaba comiendo chocolate papá —responde con una sonrisa y Emily se ríe.
—Pero pudiste comer sin ensuciarte —le digo.
—Así no se disfruta —dice.
Él tenía las mejillas empapadas de chocolate, al igual que sus manos.
—Vamos a limpiarte —se levanta Emily y se lo lleva a la cocina.
Dejándome con la cara amarga de mi suegro.
—¿No sabes a qué hora viene Sam? —me pregunta y niego—, pues llámala.
Saco mi móvil de los pantalones y le repico, en lo que espero que responda, mi hijo mayor entra a la sala y saluda a su abuelo, luego lo invita afuera para presentar a