—¡Buh! —Se cree un fantasma—. ¿Alguien dijo helado? —Se emociona y salta.
—Sí, pero después de que te bañes o sino no. —Él alza la mano como militar y sale corriendo al baño.
Antes de seguirlo, busco mi celular, iba a llamar a Nina, la señora de limpieza para que me ayude con la casa mientras yo baño a los terrores de mis hijos, espero que Matteo tampoco esté haciendo de las suyas o sino me voy a volver realmente loco.
Antonella y Gabriel se encontraban en la tina jugando en el agua, yo los dejé por unos segundos para abrirle la puerta a Nina y ya estaba de regreso para buscar las toallas y sacarlos.
—¡Papá! —grita Gabriel y eso me estresa.
Hoy es el día que te llamen como si ha ocurrido una tragedia, si siguen así me pondré paranoico.
—¿Qué sucede esta vez? —Llego con rapidez con las toallas.
—Antonella me empujó. —La señala y ella lo mira mal.
—Eso no es cierto papi, él se cayó porque estaba intentando quitarme el juguete y como no se lo di, se cayó a propósito para que tú me regaña