Ya habían pasado siete días desde aquella horrible discusión, pero preferí fingir que no había pasado nada, que jamás dijo esas palabras, porque sabía que estaba hablando a través del enfado, del odio y el rencor. Y lo entendía después de todo lo que vivió.
Él seguiría creyendo que mi padre era culpable, cueste lo que cueste, porque fueron muchos años donde su corazón fue envenenado por el sufrimiento, señalando a mi padre como el culpable de sus desgracias. Y no había ninguna prueba que demostrara su inocencia… Aún.
Necesitaba conseguir al menos una prueba, algo que llevara a la duda razonable y poder presentárselo a Frederick, para que se diera cuenta de que había una grieta en el caso que se levantó contra mi padre en aquel momento. Y así, él pudiera abrir los ojos y ayudarme a sacarlo a prisión para meter al verdadero culpable: Charles Can.
Porque si le decía a Frederick en estos momentos que visité a mi padre y me dijo que era inocente, yo simplemente le creí, se volvería loco