••Narra Frederick••
La piel de Charlotte era tal y como me la imaginé, suave al tacto. Desde el momento que casi la hice mi mujer en aquel departamento de poca monta, antes de ser interrumpido por su padre, supe que el cuerpo de esta mujer iba a ser mi perdición. Cada curva.
Traté de resistirme, de evitar este día, porque algo dentro de mí me impedía convertirla en mi mujer. Ya la había atado al casarnos pero no he podido consumarlo a pesar de pensar todas las noches en su cuerpo desnudo, en la forma en que se estremecerá debajo de mí.
Porque ese era el maldito problema. Tenía miedo de desearla tanto que terminara convirtiéndose en un obstáculo para mí en lugar de una ficha importante para mi venganza.
Se supone que duraría encubierto un máximo de seis meses. Eso era más que suficiente.
—Frederick… —susurró Charlotte, abriéndose de piernas para mí en la cama, dejándome ver aquel delicioso postre que ansiaba devorar.
Estaba completamente depilada, por lo cual podía ver con mayor f