••Narra Miranda••
Nueve meses. Nueve meses de llevar este secreto de vida que crecía dentro de mí, junto con un miedo que se alimentaba de cada sombra de mi pasado. Cada patadita, cada revolcón, era un recordatorio de un milagro que estaba segura de no merecer. El fantasma de aquel vaso de leche envenenada que le ofrecí a Charlotte me perseguía en las noches en vela. ¿Qué derecho tenía yo a traer una vida al mundo, cuando una vez intenté arrebatarla? El karma, esa ley implacable que tanto temía, podía estar esperando para cobrarse su deuda en el momento más frágil. No quería que mi bebé sufriera por mi culpa.
Si algo le llegará a pasar como consecuencia del karma, no sería capaz de soportarlo. Que el universo hiciera conmigo lo que quisiera, pero con mi bebé no. Era una vida inocente.
Y ese momento llegó con una contracción que me arrancó el aliento a las tres de la madrugada, un dolor agudo y profundo que no se parecía a nada que hubiera imaginado. Un grito ahogado escapó de mis