Capítulo 80: Subasta Caliente.
Frederick me guio a los asientos correspondientes en primera fila. Su semblante era frío y podía notar como tensaba los músculos de su mandíbula. Traté de no mirarlo ya que sabía que por dentro estaba burbujeando en rabia.
Él sabía que le estaba ocultando algo y eso lo estaba volviendo loco. Seguro pensaba que tuve un amorío con él en el pasado o algo por el estilo. O simplemente le molestaba el hecho de que yo estuviera al tanto de algo que él no.
Tomé mi paleta con el número seis tallado en oro, tratando de ignorar las dudas y los temores que me invadían.
Miré a mi exesposo, el cual tenía una paleta con el número cinco. Sus manos se cerraron con fuerza alrededor del mango, al punto que pude ver cómo se le marcaban las venas. De pronto, la paleta se partió a la mitad como una ramita.
Agrandé los ojos y abrí la boca, incapaz de contener mi expresión.
—¿Cómo rompiste eso, Frederick? —pregunté, llevándome una mano a la boca.
Observé su paleta destruida y después la mía. La sostuve c