El monstruo sonreía al público presente, mostrando un carácter angelical y carismático. La máscara que llevaba puesta era semejante a la de un cuervo y cubría la mitad de su rostro.
Su sonrisa era grande, aparentando ser alguien bueno, pero esa expresión calculada e hipócrita no llegaba a sus ojos, los cuales parecían muertos, vacíos. Como si fuera una fosa destinada a guardar la maldad y perversidad de este mundo.Tomé con más fuerza el saco de Frederick, desviando la mirada del individuo.No quería que me viera. Me sentía segura hace unos momentos, hablando y burlándome de todos los presentes. Pero de él no. Él pudo reconocerme aquella vez en el bar.No podía exponerme de esa manera a ser descubierta, no confiaba en lo que fuera capaz de hacer si se daba cuenta de que yo era Charlotte Darclen, la misma mujer de la que intentó abusar.—Frederick, ya es muy tarde, deberíamos ir a casa —Le pedí, mirándolo a los ojos.Su másca