Capítulo 83: Confesión en medio del baile.
El martilleo del mazo del subastador seguía resonando en mis oídos, como si fuera un disparo que provocó eco en la habitación. Las palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza: “Vendido al señor Lancaster por quinientos mil dólares”.
Era justo lo que quería, que él lo comprara para evitar que cayera en manos de esa gente cruel. Pero lo que no esperaba fueron las palabras de Frederick, las cuales cayeron sobre mí como un balde de agua fría. No tenía planeado devolverme el reloj, ahora era suyo, como si fuera un rehén.
Miré las palmas de mis manos, estaban rojas por la presión con la que estuve agarrando la paleta. Inclusive me hormigueaba.
—Tomaremos un breve receso antes de seguir presentando nuestra codiciada y distinguida colección de esta noche —anunció el subastador, saliendo del escenario tan rápido que creí que necesitaba ir al baño, aunque era obvio que quería escapar de la tensión que se respiraba en la sala.
Frederick no me dio tiempo de hundirme en mis pensamientos.