90. Proyecto Génesis
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Héctor caminaba de un lado al otro de su oficina, los dedos crispados a cada paso, la mandíbula tensa como una trampa a punto de cerrarse. El mapa digital sobre la pantalla mostraba puntos que ya no importaban; eran rastros fríos, lugares vacíos. Seraphina había desaparecido. Los híbridos también. Y Blake… ese maldito traidor lo había ayudado.
Todo el grupo estaba huyendo, escapando de lo que él consideraba inevitable. Castigo. Control. Justicia.
Los nefilim del gremio lo observaban desde las sombras con ojos cada vez más recelosos. Había escuchado los susurros. Que ya no dormía. Que apenas comía. Que su juicio estaba nublado. Pero a Héctor no le importaba. Seraphina le pertenecía. Era una arma, una creación, una clave. No una madre. No una fugitiva.
—Los encontraré —murmuró para sí mismo, volviendo a activar los rastreadores—. No importa cuánto se escondan.
Un golpe seco en la puerta interrumpió su mantra, y cuando giró hacia ella, un joven soldado del campamento apareció con