93. Decisiones
93
Héctor
Estaba solo, como casi siempre estos días, encerrado en mi oficina con los mapas, informes y registros de todos los posibles movimientos de Seraphina y los lobos.
Las luces eran tenues, y la tensión en mi nuca palpitaba como una vena a punto de explotar.
Tenía una pista. Una ubicación aproximada.
Mi corazón latía con fuerza, la misma que sentía cada vez que su rostro me venía a la mente.
Seraphina.
La mujer que fue como una hermana para mí. La cazadora más poderosa que habíamos entrenado. Mi orgullo. Mi mayor pérdida.
Y ahora… mi mayor traición.
La puerta se abrió sin que yo lo autorizara.
Mikhail Dragunov.
Cabello oscuro, traje impecable, acento ruso marcado. Alto, imponente, con esa calma peligrosa de alguien que ha visto más guerras de las que se pueden contar. Entró como si la oficina fuera suya. Se sentó frente a mí sin esperar invitación.
—Héctor, debes parar esto.
Lo miré como si me hubiera escupido en la cara. Me enderecé, con los nudillos marcados de golpear parede