39. En peligro
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Seraphina
Abrí los ojos Vi un techo muy blanco y no recordaba cómo había llegado hasta aquí.
Mi mente era un torbellino borroso, como si me hubieran arrancado horas de vida y dejado solo el eco de una sensación desagradable en el cuerpo. Un ruido brusco me hizo fruncir el ceño y obligarme a abrir los ojos.
La primera imagen que vi fue la de un hombre de aspecto salvaje, con barba desordenada y cabello largo, que me miraba como si yo fuera una presa fácil. Su sonrisa torcida y malvada me heló la sangre.
Un terror primitivo recorrió todo mi ser.
Intenté levantarme con desesperación, pero en cuanto me moví, sentí la presión de las cuerdas en mis muñecas y tobillos. Estaba atada.
El pánico subió a mi garganta.
—¿Qué sucede? ¿Quién eres? —logré preguntar, con la voz rota.
El hombre no respondió. Se limitó a mirarme unos segundos más, disfrutando de mi miedo, hasta que su teléfono sonó. Murmurando algo que no entendí, salió de la habitación para atender la llamada, dejando la puerta ent