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La Viuda que juega a Cazar
La Viuda que juega a Cazar
Por: Helena Rivero
Capítulo 1: El Despertar del Florero

El aroma metálico y estéril de la Unidad de Cuidados Intensivos era la única constante que Ariadna Vega conocía desde hacía una semana, fuera, el mundo creía que la elegante mansión Thorne estaba sumida en el luto, pero dentro, Ariadna sentía solo el frío helado de una vida suspendida, observó las líneas verdes y erráticas del monitor de pulso junto a Ethan Thorne, su esposo, el hombre que, hasta hace ocho días, había sido la fuerza silenciosa y distante que definía cada aspecto de su existencia, ahora era solo un cuerpo inerte, un rumor en la alta sociedad.

Ariadna, vestida con un sencillo traje de lana gris que hacía juego con la palidez de su rostro, encajaba perfectamente en la etiqueta de "esposa humilde y afligida", nadie, ni siquiera la enfermera de turno que le ofrecía tazas de café aguado, sospechaba que la mujer de apariencia frágil había dormido menos de cuatro horas al día, no por pena, sino por la planificación exhaustiva de su próximo movimiento.

El matrimonio había sido un pacto de conveniencia: él necesitaba una esposa reservada para consolidar un negocio familiar, ella necesitaba un refugio seguro de una situación personal urgente, un precio que pagó con su anonimato. Durante tres años, ella se había dedicado a ser la imagen perfecta de la esposa de CEO: discreta, hermosa, y completamente invisible, se había ganado la etiqueta de "florero" de la ciudad y era una etiqueta que pronto iba a romper en mil pedazos.

La puerta de la UCI se abrió de golpe, destruyendo la tensa paz.

Entraron dos personas que Ariadna había estado esperando.

El primero era Marcus Thorne, el hermano menor de Ethan, llevaba un traje de diseñador, pero sus ojos brillaban con una codicia apenas disimulada, detrás de él, con un vestido demasiado corto y una sonrisa demasiado grande para un hospital, estaba Giselle Moreau, la supuesta amante de Ethan, según los chismes de la prensa.

Ariadna se levantó lentamente, sus manos cruzadas frente a su cuerpo, adoptando la postura de la esposa doliente, era una máscara que se había perfeccionado con el tiempo.

"Ariadna," comenzó Marcus, su voz untuosa "Lamento interrumpir, pero hay... asuntos urgentes." Hizo un gesto hacia Giselle, que se inclinó sobre el sillón con un aire de superioridad.

"Sí, asuntos urgentes," graznó Giselle "El consejo de administración no puede esperar por el drama, tienen que tomar decisiones sobre el futuro de Thorne Corp."

Ariadna asintió con una calma que los irritó visiblemente "Comprendo ¿Podrían esperar afuera, por favor? Me gustaría terminar de despedirme de mi esposo."

Marcus soltó una risa seca "No tienes tiempo para eso, Ariadna, de hecho, no tienes derecho a estar aquí."

Y ahí estaba.

Marcus sacó una carpeta de cuero y la arrojó sobre la mesita junto a la cama de Ethan "Ethan había comenzado los trámites de divorcio antes del accidente, esto es una orden judicial para que desalojes la residencia Thorne en veinticuatro horas y un documento que te desvincula de cualquier activo de Thorne Corp."

El silencio en la habitación se hizo tan pesado que casi se podía oír el respirador de Ethan.

Giselle se acercó a Ariadna, disfrutando del momento "Te lo advierto, 'florero', las cosas han cambiado, Ethan iba a deshacerse de ti de todos modos, acéptalo."

Marcus añadió con tono paternalista: "Te daremos un modesto fondo fiduciario, pero a partir de ahora, yo, como hermano y único pariente con derechos sobre el control ejecutivo, tomaré las decisiones sobre la corporación y, por supuesto, sobre el… tratamiento de Ethan." Su mirada se dirigió a la máquina que mantenía a su hermano con vida, era una amenaza directa: si Ariadna no se iba, él desconectaría a Ethan.

La presión era absoluta, el tiempo de Ariadna se acababa.

Pero bajo la máscara de la esposa humilde, la mente de Ariadna no estaba rota; estaba haciendo cálculos a una velocidad supersónica, había previsto el movimiento de Marcus, pero no tan rápido, se trataba de un ataque en dos frentes: la difamación social (el divorcio) y la coacción financiera (el control de la empresa y la vida de Ethan).

Ariadna ignoró por completo a Giselle y fijó sus ojos en Marcus.

"¿Divorcio, dice?" Su voz era suave, casi un murmullo, pero poseía una nitidez que Marcus no recordaba. "Ya veo, gracias por la información, Marcus, pero temo que ha traído la carpeta equivocada."

Tomó una respiración profunda y, con un movimiento que sorprendió a ambos, sacó su propio archivo de un discreto bolso de mano, el archivo no era de cuero, sino un simple sobre manila desgastado, lo abrió con calma.

"Verá, durante mi tiempo como 'esposa florero', me dediqué a algo más que seleccionar mantelería."

La primera señal de que Ariadna no era la mujer que creían llegó con el nombre que pronunció, un nombre que solo los círculos financieros más altos conocían.

"¿Sabe, Marcus, quién es el dueño del 'Fondo Fénix'?" preguntó Ariadna, sin esperar respuesta.

Marcus parpadeó, confundido, el Fondo Fénix era un fondo de inversión que, silenciosamente, había comprado acciones de Thorne Corp. en los últimos meses, llegando a tener una participación significativa. "Es... un grupo inversor anónimo, nadie sabe quién lo dirige."

Ariadna sonrió, una leve elevación en la comisura de sus labios que heló la sangre de Marcus, era una sonrisa que no era de alegría, sino de cálculo.

"Se equivoca," corrigió Ariadna. "Lo sé perfectamente, soy yo."

Giselle soltó una carcajada estridente, pero Marcus se quedó rígido, era una burla cruel... ¿o no?

Ariadna deslizó la primera página del sobre manila: un contrato de compra de acciones con fecha de hace dos años, firmado con el seudónimo 'Oráculo Anónimo' y un poder notarial vinculando ese seudónimo a su nombre, Ariadna Vega, las cifras eran astronómicas, el Fondo Fénix, que ella controlaba, poseía justo el 15.1% de Thorne Corp., lo que, combinado con las acciones personales de Ethan, la convertía automáticamente en la accionista mayoritaria no ejecutiva de la compañía.

Su voz, ahora firme y con una autoridad recién adquirida, cortó la atmósfera.

"Ethan me dio este poder notarial hace un año, no me desvincula, de hecho, me otorga la capacidad de votar en su nombre en caso de su 'indisponibilidad a largo plazo'." Miró directamente al rostro pálido de Marcus.

"Esto significa," continuó, señalando los documentos de Marcus con un dedo largo y delgado, "que su orden de desalojo es irrelevante, ya que soy la mayor propietaria, y su intento de controlar el tratamiento de Ethan es nulo, yo decido si él vive o muere, y yo decido quién dirige su imperio."

El silencio regresó, pero esta vez, era el silencio de la derrota, Giselle estaba boquiabierta, Marcus estaba lívido, la mujer que creían tonta y simple había resultado ser la guardiana del castillo, con las llaves y el código de seguridad.

Ariadna recogió su sobre manila con calma. "Ahora, como accionista mayoritaria, mi primera decisión ejecutiva es la siguiente: Ustedes dos, fuera, tienen cinco minutos para abandonar esta UCI, o llamaré a seguridad y a mi equipo legal para iniciar una auditoría inmediata sobre su actividad financiera, Marcus ¿Prefiere que el consejo sepa que su hermano menor ha estado jugando con los activos de la empresa, o prefiere irse tranquilamente?"

Marcus gruñó, la codicia le había hecho subestimar por completo a Ariadna, la burla en sus ojos se había convertido en un odio furioso, pero la amenaza de la auditoría era real.

"Esto no se quedará así, Ariadna," siseó Marcus, recogiendo su carpeta con manos temblorosas. "Volveremos a vernos en la junta directiva."

Ariadna ni siquiera lo miró cuando se retiró con Giselle, cuya cara era una mezcla de envidia y pánico.

Cuando la puerta se cerró, Ariadna permitió que la máscara se relajara ligeramente, su corazón latía fuerte en su pecho, un recordatorio de que esta nueva y feroz Ariadna todavía estaba aprendiendo a respirar.

Se acercó a Ethan, puso su mano sobre la de él, sintiendo el calor inútil de su piel.

"Te subestimaron," susurró. "Y yo te subestimé a ti, te definiste como un esposo frío, pero me diste el poder de luchar por ti."

Su mirada se endureció de nuevo, volviendo a la frialdad estratégica.

"Ahora, yo decido quién soy," se prometió a sí misma, mirando las luces de la ciudad a través de la ventana "Y soy la única mujer que va a salvar esta corporación y descubrir quién te hizo esto."

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