La lesión resultó ser leve. Al cuarto día, el dolor casi había desaparecido. Aunque todavía no podía hacer mucha fuerza, se sentía mejor. Bianca estaba sentada en la glorieta del jardín, mirando la alberca a lo lejos. Efraín se había ido a la oficina. Al pensar en él, una sutil sonrisa se dibujó en sus labios. Esos últimos días se había portado bien. Aunque seguía siendo brusco al hablar, ella notaba que se preocupaba por su mejoría. La idea le provocó un cosquilleo en el corazón. ¿Sería que… le gustaba? Solo pensar en esas dos palabras hizo que se sonrojara. No, no podía pensar en eso. Angustiarse por tonterías no era propio de ella.
Un Audi A8 gris entró en la propiedad. Bianca lo reconoció al instante y su corazón dio un brinco de alegría. Quiso levantarse, pero dudó y se quedó sentada. No podía dejar que él notara que lo estaba esperando con ansias.
Pero al bajar del carro, vio que no venía solo. Lo acompañaba un hombre alto y delgado, con una camisa blanca de algodón que le daba