Al salir de la habitación, Bianca se acercó de inmediato a una jefa de enfermeras que pasaba por el pasillo.
—Disculpe, ¿de casualidad no trabaja aquí una enfermera que tiene un lunar en la mejilla izquierda?
—¿Un lunar en la mejilla izquierda? —la jefa de enfermeras se quedó pensando un momento—. Mmm, no me suena. Con una seña tan particular, seguro me acordaría de ella. Pero pueden preguntar en los otros pisos, la verdad es que somos muchas enfermeras en el hospital.
—Claro, muchas gracias —agradeció Bianca.
—Bianca, ¿estás segura de que tenía un lunar en la mejilla izquierda? —preguntó Efraín.
—Sí, estoy segura. El lunar lo tenía justo debajo del ojo, y no era pequeño, así que no hay forma de que me haya equivocado. Vamos a buscar en los otros pisos. Si no la encontramos, lo más seguro es que no sea enfermera de aquí.
—De acuerdo. Y si no es de aquí, entonces seguro es la mujer que entregó las fotos. A lo mejor podemos revisar las grabaciones de seguridad —sugirió Efraín después de